Las fibras de la planta del cáñamo, se encuentran entre las más largas y resistentes de los vegetales. En la Galería de The Hash Marihuana Hemp Museum, los visitantes pueden ver y tocar madejas de fibra de cáñamo durante los distintos procesos de elaboración. Aunque en su día, los tejidos confeccionados de cáñamo tenían la mala fama de ser ásperos y abrasivos, las muestras exibidas de tejidos compuestos parcial o totalmente de cáñamo, prueban que esta versátil fibra puede ser resistente como una soga de amarre o suave como la seda.
El cáñamo, seguía siendo el segundo componente más usado en la construcción de barcos veleros tras la madera, acometindo un papel importante en la exploración y expansión de la humanidad, por todos los lugares del mundo. Incluso desde la época de los fenicios (antes del siglo V a. C.) hasta finales del siglo XIX, todos los viajes por mar de larga distancia se confiaban en velas, amarres y aparejos confeccionados de cáñamo. Ninguna otra fibra natural, soportaba la fuerza del océano abierto y el deterioro del agua salada.
Un navío típico de tres mástiles, utilizaba entre 60 y 100 toneladas de cáñamo para las velas y aparejos. El papel que desempeñó el cáñamo durante la Era de los descubrimientos, puede verse con claridad en las detalladas y bonitas maquetas de barcos, que se pueden observar en el Museo y en la Galería del Museo. De igual forma, podemos encontrar muchos tipos de cuerda confeccionada de cáñamo, desde finas hebras a grandes cables de ancla con una circunferencia de 30cm. Además, el cáñamo protagonizó un papel clave solucionando las filtraciones en los barcos.
Con la combinación de los tallos y las fibras de cáñamo con alquitrán de pino, se hacía un material impermeabilizante llamado estopa de calafatear. Este preparado se usaba para sellar el espacio entre los tablones sueltos en el casco del barco.